Don Andrés Barrios

Andrés Barrios pasó 20 años acostado en el suelo. No se dejaba crecer el cabello y evitaba acercarse a muchachas para no caer en tentaciones. Cumplía penitencia como preparación para ser el místico sanador que convirtió a la comunidad tereseña de San José, como la capital espiritual del Tuy.

 

Desde la década de los 40 a finales de los 60, Santa Teresa se vio sacudida por la presencia de Andrés Dionisio Barrios, un místico que diagnosticaba enfermedades con sólo tocar a los enfermos, ver sus prendas de vestir o su orina, recomendándoles seguidamente la medicina que los curaría.

 

Leyenda tuyera

 

Nació en Santa Lucía el 4 de febrero de 1891 y murió el 5 de julio de 1970.

 

Según sus hija Emma y Cristina Barrios, cuando Andrés tenía 7 años se perdió por las montañas de El Loro, Santa Lucía, un jueves de Semana Santa, al ponerse a perseguir una mariposa.

 

Desapareció siete días en los cuales sufrió visiones. Recorrió una quebrada de aguas hermosas, que lo llevaron hasta pozos cristalinos donde miraba serpientes de colores. “Luego llegó a un bosque muy bonito donde halló personas de cuatro dedos. Allí mismo encontró un anciano que le habló de las plantas que matan, de las que curan, y de las cualidades de la tierra. También le hablaba sobre la tierra”, señala Emma, quien también fue secretaria del iluminado.

 

Andrés Barrios volvió a su hogar y comenzó a hacer la penitencia que el anciano le ordenó. Durmió en el piso durante 20 años para tener contacto con la tierra, y no se cortó el cabello. Estudió las plantas medicinales. Los vecinos decían que aunque hablaba mucho y era apuesto, Andrés perdía la razón, pues ni a las muchachas les prestaba atención. Él les contestaba que más tarde lo conocerían en muchas partes y al pueblo también.

 

Profecía cumplida

 

A los 27 años comenzó a mostrar dones curativos. La gente le llegaba a su casa con una enfermedad y él tenía varias formas para determinar el mal y con qué curarlo. Tomaba unas cintas de colores y en una punta amarraba un crucifijo. Con la otra punta hacía un nudo y se la ponía en la oreja como si fuese un auricular. Luego en la mano se colocaba un espejo, colocaba el cristo encima y arriba de él la mano del paciente. De inmediato le decía la medicina que tenía que tomarse.

 

Andrés hacía récipes para que la gente acudiese a la farmacia a retirarlos. Esta situación le ganó enemigos entre los médicos, quienes lo desautorizaban. La presión fue tanta que en los años 40 y 50, Andrés Barrios fue perseguido por las autoridades gubernamentales, para que dejara su culto.

 

La persecución terminó cuando Joaquín Delgado Chalbaud, cuñado de Pérez Jiménez estaba afectado por una enfermedad y recurrió a las virtudes curativas de Don Andrés. El hombre llegó pálido y con la barriga inflamada. Agentes de la Seguridad Nacional y del ejército trancaron la calle principal de San José. Tras semanas de recibir los beneficios del místico sanador, Delgado Chalbaud salió curado. Desde ese momento Pérez Jiménez ordenó que dejaran tranquilo a Andrés Barrios.

 

Capital paralela

 

Las colas que se hacían en la comunidad de San José desde tempranas horas de la mañana eran interminables. Andrés Barrios atendía desde el amanecer hasta las 5 de la tarde. San José se hizo famoso, y la presencia del curandero contribuyó a que se desarrollaran negocios en el sector. Se construyó una posada en la cual pernoctaba la gente que venía del interior o del exterior. Cerca de la casa se instaló una de las primeras farmacias, fundada por Alfredo Lazo, tío del famoso cirujano de mises, Alí Lazo. Los comercios se multiplicaron y el sector San José los fines de semana tenía más mercado y bullicio que la propia Santa Teresa.

 

Humano y bondadoso

 

Nunca pedía dinero, y todos los pacientes le daban una colaboración. Al final de la tarde, le decía a sus hijos que hicieran cola, y los chiquillos, tanto propios como extraños, formaban filas para recibir dos fuertes de los de antes. Siempre colaboraba con acciones sociales. E incluso prestó una de sus casas para que se iniciara la escuela estadal 170. Impulsó los servicios sociales de la comunidad.

 

A pesar de que atendía hasta las 5 pm, si una persona se acercaba lo recibía. “A veces había pacientes que le decían, Don Andrés mire yo no tengo nada que darle. Y el curandero le decía a una de sus hijas que le sacara dinero para donarlo a la persona. Cuando le llegaba alguien que no tenía donde enterrar al difunto le decía que fuera donde Aníbal Figuera, para que le hiciera la caja”, recuerda.

 

Fiestero y devoto

 

En Andrés Barrios se cruzaban dos personalidades. Por un lado, bondadoso y religioso, pero por otro se dejaba llevar por la tentación de las mujeres. Tuvo 38 hijos de distintas damas. Pero tanto a mujeres como a hijos no les dejó desamparados. Los crió como si fuesen de una misma madre y todos se reconocían como hermanos. Doce casas les legó.

 

Igualmente en un caserón de su propiedad construyó varios cuartos, donde algunas personas que se curaban se quedaban a vivir, al sentir a Barrios como un padre. César Rivero de Caracas, Agustina Santa de La Victoria, Eulogia Machado de La Guaira o Lucrecia Hernández de Guarenas, se residenciaron con la anuencia del iluminado.

 

A los pacientes les pedía una vela o tres según la gravedad del caso, y que acudieran el 30 de noviembre a un velatorio en honor a las ánimas del purgatorio. Luego se compartía con los asistentes una comilona. Le gustaba mucho el carnaval. Como sabía que los muchachos jugaban con agua, polvo sonrisa y perfume Jean Marie Fariña, Barrios instituyó el bautizo carnestolendo. No se jugaba, hasta que el curandero visitaba la casa de cada muchacho para echarle un tobo de agua encima y bautizarlo. Los chicos se impacientaban esperando el sacramento para iniciar el bochinche. ?Para la misa de aguinaldo no escatimaba en gastar en cohetones y fuegos artificiales para que fuera la más vistosa de Santa Teresa.

 

Los curas Manuel Cañizarez y Pascual Arana, párroco de Santa Teresa, fueron amigos de Andrés Barrios. El místico acudía a ellos para solicitarle consejos. Se confesaba, pero tuvo respeto de no comulgar, porque pecaba con las mujeres.

 

A los 77 años enfermó y a los 79 vaticinó a sus hijas la fecha cuando moriría y así fue, no sin antes decirles que 20 años después de su muerte, vendría otro místico al Tuy de la tercera generación familiar. El funeral fue en la iglesia de Santa Teresa.

 

Hoy aún le dejan cintas de colores en su tumba.

 

Pacientes famosos

 

 

Emma Barrios, hija del místico Andrés Barrios, menciona entre sus pacientes más conocidos a Yolanda Moreno, a quien según la vecina Milagros Gudiño “la bajaron cargada y después de varios días salió caminando”. También figura el pelotero Pompeyo Davalillo, los jinetes Juan Eduardo Cruz, Gustavo Ávila, Balsamino Moreira. Benito Canónigo el autor del “Totumo de Guarenas. “Los militares venían vestidos de civil para que no los reconocieran”, comenta Emma. Entre los políticos destacan Jóvito Villalba, Germán Borregales, Jorge Dáger y Wolgfang Larrazábal. Estos dos últimos acudieron a su entierro. Borregales se hizo famoso por ser el primer congresista criollo en contactar extraterrestres, siendo objeto de mofa de sus colegas y periodistas.



RESEÑA SOBRE DON ANDRÉS BARRIOS TAL COMO FUE PUBLICADA POR EL DIARIO LA VOZ EL 12 DE OCTUBRE DEL 2008

Entre los años 40 y 70 curó a personalidades famosas

Andrés Barrios el primer místico sanador de Santa Teresa del Tuy

12/10/2008

San José llegó a ser la comunidad más conocida del Tuy gracias a sus dones