La Sayona

La Sayona fue una mujer muy bonita que era esposa de un hombre muy mujeriego, poseía varias amantes. El nombre verdadero de La Sayona es Timotea.

Cuenta la leyenda, que una vez, mientras su marido dormía, ella escucho que él mencionaba el nombre Casilda, este nombre corresponde al de su madre. Como ella no confiaba en su marido supuso que una de las amantes de su marido era su propia madre. La mañana siguiente salió muy temprano a casa de su mamá y llevaba entre su vestido un cuchillo muy afilado. Cuando su madre le ofreció café ella le introdujo el cuchillo en el estomago y su madre, agonizando, le dijo:


- ¿Por qué? ¿Por qué lo haces?

- Tu también eres amante de mi esposo

- Una madre es sagrada – le decía, ya casi muriendo – serás una mujer maldita. Me voy a la tumba tranquila pero tú, tú te convertirás en un ser despreciable, y nunca encontraras consuelo ni descanso, vagaras por toda la eternidad persiguiendo a los hombres.


En este justo momento, empieza a vagar por los países venezolanos; La Sayona, apareciéndole a los hombres en el monte, o en la sabana y es aparentemente una mujer muy bella, de cabellos largos y sedosos y de cuerpo hermoso y atrayente.

Los hombres que la ven se enamoran al instante, ella dichosa acepta las proposiciones que se les hacen y se los lleva al monte, una vez que la quieren hacer suya, ella se trasforma de manera inmediata, grita de manera desesperada, sus dientes se convierten en afilados colmillos, su pelo se le alborota completamente, sus uñas se convierten en garras, por la boca echa fuego y los ojos son como dos pelotas de sangre.

Los hombres generalmente se vuelven locos o mueren de inmediato, y solo algunos viven para contarlo. Aquellos hombres que saben de la existencia de La Sayona, cuando viajan solos llevan una cruz de palma bendita y al mostrársela huye despavorida. Ella se esconde generalmente en los riachuelos, en la sabana y los llanos del Estado Apure. En la actualidad, se dice que La Sayona es la mujer del demonio.

En una ocasión, un hombre valiente, con el fin de terminar con su maldición, quiso castigar a La Sayona, se sabe que el anciano se puso la ropa interior al revés, que la buscó, llevando a escondidas unas ramas de altamisa y cuando le salió La Sayona, le rezó el Credo al revés, al castigo duro con las ramas de altamisa pero no pudo quitarle el encano ni sacarla de su maldición, por lo que La Sayona sigue deambulando por los llanos, y sus alrededores


 

 

El Silbón